AUDIOGUÍA

La ermita de los Santos Mártires San Sebastián y San Fabián fue edificada hacia 1549, a tenor de lo que señalan los Libros de Visita de la Orden de Santiago, donde en 1550 aparece como “edificada recientemente”. Se encontraba en un “cabezo” es decir, uno de los puntos más altos del término municipal, en una zona de ejido público cuyas inmediaciones comenzaron a ser utilizadas a principios del siglo XX para la construcción de viviendas. Aunque el edificio no se conserva, la advocación ha quedado fosilizada en el nombre de la calle donde se ubicaba, el punto más alto de la actual calle Mártires, así como de otras dos calles aledañas: la calle San Fabián y la calle San Sebastián.

Tenemos muy pocos datos de la ermita. Tal y como llego a la década de los 30 del siglo XX, consistía en un pequeño oratorio, no más grande que los presbiterios de ermitas como la Soledad o Santa Ana, en el que apenas cabían cuatro bancos, según los testimonios orales. La imagen de San Sebastián se encontraba en una hornacina, alrededor de la cual, a modo de retablo, había unas pinturas al fresco a base de motivos vegetales y angelitos. Al exterior tenía una espadaña con la campana que actualmente podemos contemplar en la ermita de San Isidro.

Este edificio no era el original de 1549. Sabemos en el siglo XVII el pequeño oratorio hubo de ser reformado debido al mal estado que presentaba. El fin del edificio tuvo lugar en 1936 cuando, en un ambiente de marcado anticlericalismo, un grupo de vecinos lo derrumbó con el objetivo de construir más casas. Desde 1935 se tenía prevista la reforma de la ermita, por lo que la imagen de San Sebastián se encontraba en casa de una vecina desde entonces, gracias a lo cual ha llegado hasta nuestros días.

San Sebastián fue un santo con mucho arraigo popular desde la Edad Media. La hagiografía le atribuye haber sido militar bajo el poder del emperador Diocleciano. Fue asaeteado por su condición de cristiano y, aunque esto no le acarreó la muerte, ha sido uno de los martirios más representados en la historia del arte. El Renacimiento fijó definitivamente su imagen de joven atlético y vigoroso atravesado por flechas. Su culto se extendió por muchísimas zonas de la Europa cristiana debido a su patronazgo: era, junto a San Roque, el protector contra las enfermedades contagiosas. No deja de ser paradójico que en el siglo XIX se instalase junto a su ermita en Aceuchal un hospital para enfermos de cólera.

Aunque desaparecido el oratorio, en el barrio se siguió festejando hasta los años 70 al santo cada 20 de enero. Se hacían varios candelorios (como en todas las fiestas del ciclo de invierno) que competían por ser el más grande e impresionante. Además, como protector de los militares, hasta la desaparición del servicio militar obligatorio, las madres de los “quintos” ofrecían misas en la ermita de San Isidro, donde se encuentra el santo desde 1950, para la protección de los jóvenes reclutas.

Resumen

Es la única ermita que no ha llegado hasta nuestros días de todas las que tuvo el pueblo, a pesar de ser la más antigua tras la de San Andrés. Fue edificada en 1549 y destruida en 1936, dejando desde entonces el cabezo de los Mártires sin el repique de la campana. Su recuerdo se mantiene en las calles aledañas al lugar donde se ubicaba: calle Mártires, calle San Sebastián y calle San Fabián.