AUDIOGUÍA

En un simple vistazo podemos comprobar que estamos ante la ermita más destacada de la localidad. Y el motivo no es otro que albergar la imagen mariana de más devoción por todos los piporros: Nuestra Señora de la Soledad, patrona de Aceuchal. Nos adentramos pues en uno de los edificios con más historia de la localidad.

Las primeras referencias de la ermita datan de 1633, en la Historia de la ciudad de Mérida, de Bernabé Moreno de Vargas. Es probable que en esta época solo constase de un pequeño oratorio correspondiente al actual presbiterio del templo, donde se venerase a una imagen de la Virgen que seguramente no se corresponda con la actual, que es del siglo XVIII. La ermita se ubicaba fuera del recinto urbano y el concejo nombraba cada año un mayordomo para que administrase el culto y las limosnas.

La construcción es de una sola nave cubierta de bóveda, presbiterio con cúpula semiesférica y linterna, sacristía y el elemento que la diferencia del resto de ermitas de la localidad y que le da el toque característico: el atrio de entrada al templo. El aspecto actual de su interior se corresponde con sucesivas reformas que se fueron dando a lo largo de todo el siglo XX. Entre ellas hay que destacar la azulejería y el enlosado de mármol, que se realizaron en 1909 gracias a las donaciones de Dª. Coronada y Dª María Cabeza de Vaca y Gutiérrez de Salamanca, pertenecientes a una de las familias más preeminentes de la localidad. El retablo se realizó en los años 50, en estilo neobarroco, con la Virgen de la Soledad en el centro, flanqueada por las imágenes de San Antonio a la izquierda (procedente de la capilla de la casona de los Gutiérrez de Salamanca) y San Francisco a la derecha, flanqueados ambos por columnas sogueadas doradas. Sobre la hornacina que alberga la imagen de la Virgen se sitúa un medallón con el corazón y los siete puñales, representando los Siete Dolores de María, de los cuales la “Soledad de la Virgen” es el último.

La imagen, de candelero, representa a la Virgen con la cabeza ladeada por el dolor y las manos cruzadas, que tradicionalmente cogían el sudario de Cristo, pero ahora llevan un rosario. Es el momento exacto en el que Jesús acaba de morir, por lo que María queda sola en el mundo. Sale en procesión dos veces el Viernes Santo, siempre acompañando a Cristo muerto. La madrugada del Jueves al Viernes Santo acompaña al Señor de los Reyes, un crucificado del siglo XVII, en completo silencio, hasta la parroquia. Ese mismo Viernes por la tarde procesiona con el Santo Entierro, cortejo al que acuden las autoridades de la localidad.

En las dos hornacinas laterales podemos contemplar otras dos imágenes. A la izquierda está San Blas, que vino a sustituir a otra imagen más pequeña que se custodia actualmente en la capilla del Convento de Nuestra Señora de los Remedios de la localidad. San Blas es el protector de las enfermedades de garganta, por lo que cada 3 de febrero se siguen repartiendo gargantillas bendecidas en la ermita. En la hornacina de la derecha se sitúa Nuestra Señora de la Natividad, una imagen valenciana que vino a sustituir a mediados del siglo XX a otra anterior. Representa a la Virgen Niña, por eso está con el pelo suelto y suele vestir colores claros como el rosa o el blanco.

Esta imagen sale en procesión el 8 de septiembre, día de la Natividad, fecha en la que los piporros celebran también a la Virgen de la Soledad, por lo que ambas son consideradas patronas del pueblo. Se procesiona a la Virgen de la Natividad por ser una representación mucho más acorde con la festividad del nacimiento de María. Tradicionalmente la fiesta comienza el 7 de septiembre con fuegos artificiales, es la llamada “Noche de los Fuegos”. Además tiene lugar “el ramo”, una subasta pública de bordados, macetas, dulces o animales que son donados por los devotos y con los que se sufraga el culto en la ermita.

Como curiosidad, la ermita solo se ha cerrado en dos ocasiones. La primera durante las primeras semanas de la Guerra Civil, en 1936. La segunda vez fue durante el confinamiento de 2020, por la epidemia de Covid-19, cerrada unos días antes de que se decretase el estado de alarma.

La tradición popular narra algunos milagros realizados por la intervención de Nuestra Señora de la Soledad, como los de varios niños perdidos a los que amparó “una señora con un manto negro” durante la noche o el del Alto del Espino, donde intercedió por un hombre que iba a ser embestido por un toro. Además, el entorno de la ermita ha sido tradicionalmente un lugar de paseo, tanto es así que los quintos, al marcharse al servicio militar cantaban eso de:

Virgen de la Soledad

cuántos paseos me debes

quién volviera a pisar

la sombra de tus paredes

Resumen

 La ermita de Nuestra Señora de la Soledad data de principios del siglo XVII y se compone de atrio, nave, presbiterio y sacristía. Su interior está ricamente decorado gracias a las donaciones que se le han ido realizando generación tras generación. En su interior encontramos a la Virgen de la Soledad, una imagen dolorosa de candelero, ataviada de luto, que representa el momento en el que María queda sola tras la muerte de Cristo. Es la patrona de Aceuchal y la imagen más venerada, habiendo sido nombrada Alcaldesa Perpetua de la villa.

También alberga la imagen de Nuestra Señora de la Natividad, traída de Valencia y que representa a la Virgen Niña y las de San Blas, San Francisco y San Antonio. La devoción que profesan los piporros queda reflejada fielmente en el himno a la Virgen de la Soledad:

Ante tu ermita más blanca

que la más blanca paloma

nuestras penas exponemos

remédialas tú, Señora